Renunciar a todo

San Lucas 14 : 33
San Lucas 14 :1 6-24
Generalmente estamos apesadumbrados por lo que no tenemos. Quizá por eso no valoramos lo que sí poseemos. Precisamente para “ser un discípulo” debemos tener pleno conocimiento de nuestras posesiones. Así podremos medir cuanto nos costará seguir al Señor. El precio del discipulado será renunciar a todo. Pero ¿qué significa renunciar? ¿Hasta dónde nos pide Dios que dejemos padre, madre, familia, bienes materiales y aún la vida a fin de servirle?
La palabra renunciar está formada por dos partes:
  • El prefijo “re” que significa, entre otras acepciones, “acción en contra de...” (como rebotar, refutar, etc.).
  • La palabra “nuncio” (de la que también conocemos anunciar, denunciar), que significa mensajero.
Puede decirse que renunciar significa “reaccionar en contra de un mensaje”. Todas nuestras posesiones nos apresan con un mensaje de pertenencia. Mientras más tenemos más deseamos; mientras mejor estamos, mejor queremos estar. El Señor nos pide que seamos capaces de reaccionar en contra del mensaje esclavizador de nuestras posesiones y aún más de las posiciones sociales, ideológicas e individualistas que asumimos, de tal forma que podamos responder sin titubear a su llamado.

Un ejemplo de ésto, lo tenemos en la parábola de los convidados a la gran cena. Aquel que organizó la fiesta invitó a muchos, pero los convidados no fueron capaces de renunciar a sus quehaceres, no pudieron reaccionar en contra de sus intereses a fin de responder a la invitación. La nueva hacienda, la yunta de bueyes, el matrimonio fueron asuntos más importantes que la invitación. No supieron renunciar…

Los hijos de Dios somos llamados a una vida de negación, de renunciamiento. No se nos pide un voto de pobreza ni una vida de miseria. El Señor que se dio a sí mismo nos pide que seamos capaces de responder a sus mandatos. Tenemos demasiadas pertenencias cuando ellas no nos dejan responder con libertad y obediencia al llamado de Dios.

Si no somos capaces de renunciar a todo lo que poseemos, si no podemos reaccionar en contra de nuestros propios intereses para obedecer al Señor Jesús, no podemos ser sus discípulos.

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